lunes, 1 de agosto de 2011

POR QUÉ NO SE ESTÁ RESOLVIENDO LA CRISIS ACTUAL EN ESPAÑA Y QUÉ DEBERÍA HACERSE PARA SALIR DE ELLA, por Vicenç Marques

POR QUÉ NO SE ESTÁ RESOLVIENDO LA CRISIS ACTUAL EN
ESPAÑA Y QUÉ DEBERÍA HACERSE PARA SALIR DE ELLA
29 de julio de 2011
Para entender la situación de crisis de los países periféricos de
la eurozona (España, Grecia, Portugal e Irlanda) hay que
analizar los diferentes elementos que estos países  tienen en
común, incluyendo el contexto político que fue determinante
en la aparición de la crisis actual. Todos estos países han
estado gobernados por dictaduras fascistas o fascistoides
(como el caso de España, Portugal y Grecia) o gobiernos
conservadores autoritarios (como es el caso de Irlanda) en la
mayoría de años que van desde la II Guerra Mundial  hasta a
principios de los años 80. Esto explica que estos países tengan
Estados represivos, poco redistributivos, y escasamente
sociales. Un indicador entre muchos de ello es que  estos países tienen el número de policías por 10.000 habitantes
mayor de la Unión Europea de los 15 (UE-15) y el menor
porcentaje de la población adulta trabajando en su Estado del
Bienestar. Todos ellos tienen, además, las mayores
desigualdades de la UE-15.
LA POBREZA DE SUS ESTADOS
Como resultado de esta historia, y a pesar de los progresos que han
tenido en su época democrática, estos Estados tienen unos ingresos
muy bajos. Así, mientras que el promedio de los ingresos al Estado
en el promedio de la UE-15 era en el año 2009 equivalente al 44% de
su PIB, en España era solo el 34%, el mismo que Irlanda, mientras
que Grecia era el 37% y Portugal el 39%. En comparación, en Suecia,
donde las izquierdas han gobernado por la mayoría del periodo citado
anteriormente, era el 54%. Estos bajos ingresos al Estado se deben a
la enorme regresividad fiscal, que significa que las rentas superiores
y las rentas del capital no contribuyen al Estado en la medida que lo
hacen sus homólogos en la UE-15. Ahí está la raíz del problema.
Como consecuencia, todos ellos tienen un gasto social como
porcentaje del PIB muy bajo. Así, mientras que el promedio de la UE-
15 representa el 27% de su PIB, en España es solo un 22.7%, en
Irlanda un 22.1%, en Portugal un 24.3%, y en Grecia un 25,9%. De
nuevo, comparándolo con Suecia, el porcentaje es mucho mayor, el
29,3%.
Otro indicador del subdesarrollo social de estos países es el bajo
porcentaje de su población adulta que trabaja en los servicios
públicos de su Estado del Bienestar (tales como sanidad, educación,
servicios domiciliarios para personas con dependencia, escuelas de
infancia, servicios sociales, entre otros). Mientras que el promedio de la UE-15 es el 15% de la población adulta, en España es solo el 9%,
en Portugal un 7% e Irlanda 12%, y Grecia un 11%. Como contraste,
Suecia es el 25%.
Otra característica de estos países es que la participación de las
rentas del trabajo sobre la renta nacional es menor que en el
promedio de la UE-15. Esto se debe en parte a que el porcentaje de
la población adulta que trabaja es menor que en otros países pero
también se debe a que los salarios son muy bajos, mucho más bajos
que el promedio de la UE-15 (ver Salarios y beneficios empresariales
en España, V.Navarro y M.Tur, Le Monde Diplomatique, junio de
2011).
Esta situación se ha empeorado todavía más desde su incorporación a
la eurozona, periodo en el cual, a pesar del aumento de la población
que trabaja ha visto un descenso muy marcado de las rentas del
trabajo a costa de un aumento muy notable de las rentas del capital.
Así en España tal porcentaje pasó de casi el 70% en el año 1992
(cuando se iniciaron las medidas para incorporar a  España a la
Eurozona) a menos del 62% en 2007, inicio de la crisis.
LAS POLÍTICAS FISCALES HAN SIDO MUY REGRESIVAS
Estos países son Estados con grandes desigualdades  sociales. En
realidad, España es uno de los países con mayores desigualdades en
la UE-15. Y ello se debe en parte al muy limitado efecto redistributivo
de las políticas fiscales y sociales. Un indicador  de ello es que el
porcentaje de la población en situación de pobreza, en España, por
ejemplo, se reduce solo 4 puntos mediante la intervención del Estado
y sus transferencias sociales (el porcentaje de la población pobre en
España pasa de 24% antes de las transferencias sociales al 20%). En la UE-15 pasa de 25% al 16% (9 puntos de reducción) mientras que
Suecia pasa de 27% a 13% (14 puntos). Puesto que la población en
situación de pobreza incluye las personas que tienen una renta que
representa el 60% de la mediana, estas cifras dan también muestra
del escaso impacto redistributivo del Estado del Bienestar en España.
Un tanto semejante ocurre en los otros países citados anteriormente.
Como consecuencia vemos que España es uno de los países de la UE-
15 que tiene un coeficiente de Gini, que mide las desigualdades en un
país más elevado, 31, mientras que el promedio de la UE-15 es 29.
En España hay una enorme concentración de las rentas y de la
propiedad que apenas quedan afectadas por las intervenciones del
Estado.
LA SITUACIÓN DURANTE LA CRISIS
Lo que ha estado ocurriendo en España y en estos países ha sido una
bajada de impuestos que han creado un déficit estructural del Estado
que ha quedado ocultado por la expansión de los ingresos, como
consecuencia del crecimiento económico basado en la burbuja
inmobiliaria en el caso español. Durante esa época  el gasto público
social aumentó, debido al crecimiento económico. Ahora bien, cuando
la burbuja inmobiliaria explotó apareció con toda crudeza el déficit
estructural causado por la bajada de impuestos.
Así, el déficit del Estado lo ha creado la reducción de impuestos, no el
excesivo gasto público, incluyendo el social. De ahí que las políticas
públicas que se están aplicando son profundamente erróneas porque
están basadas en supuestos equivocados. Esto es de  una enorme
importancia ya que la causa estructural de la crisis económica actual
es la disminución de la demanda de bienes y servicios como
consecuencia de la disminución de las rentas del trabajo, y ello como resultado de la aplicación de políticas neoliberales realizadas todos
estos años. Ello ha creado un endeudamiento privado que ha
alcanzado unas enormes dimensiones y que era posible porque el
precio de la vivienda (que suele ser el aval para conseguir un crédito)
iba aumentando, pero cuando el precio de la vivienda se colapsó, el
crédito se colapsó y creó el enorme problema de escasez de la
demanda.
Por otra parte, el endeudamiento fue la causa del enorme crecimiento
del sistema financiero. Las bancas se beneficiaron  enormemente de
este crecimiento del endeudamiento. La mayoría de dinero que se
prestaba, sin embargo, procedía de las bancas extranjeras y muy en
especial, alemanas, francesas y británicas, que fueron las que
facilitaron el enorme endeudamiento y el mayor problema que tiene
España que es la deuda privada.
Por otra parte, este endeudamiento dio pie al complejo banca-sector
inmobiliario-sector de la construcción que era altamente especulativo
con elevada rentabilidad. De ahí que atrajera a los inversores,
empobreciendo en términos relativos la economía productiva que
resultado de la escasa demanda tenía una rentabilidad baja.
LA DEUDA PÚBLICA
Resultado de todo lo dicho, hemos visto una alianza de clase entre un
grupo económico-social de gran poder político y mediático
(constituido por la burguesía financiera, gran patronal, y las rentas
superiores que pagan muy pocos impuestos), con la banca, en donde
aquel grupo deposita sus ingresos, resultado en parte de la reducción
de impuestos que se han ido implementado estos últimos años y que
ha causado el endeudamiento de los Estados. Así hemos visto que
España pasó de tener un superávit en el año 2005 de un 1% del PIB a un déficit del 11,1%. Este enorme crecimiento del déficit en tan
escaso tiempo se debe a que los ingresos al Estado  dependen
primordialmente de las rentas del trabajo y del consumo. Un tanto
igual pasó en Irlanda que pasó de un superávit de un 1,6% a un
déficit del 14,4% del PIB. Y en Grecia pasó de un déficit del 5,2% a
uno del 15,4% del PIB.
LA REFORMA FISCAL
De ahí que un punto clave es la reforma fiscal. Si España tuviera la
política fiscal de Suecia el Estado ingresaría 200.000 millones de
euros más y con ello se podría crear cerca de 5 millones de puestos
de trabajo más, haciendo que en lugar de un empleado de los
servicios del Estado del Bienestar por cada 10 adultos (como ocurre
ahora) fueran 4 de cada 10 como en Suecia. Además,  con ello se
eliminaría el paro. En lugar de ello se están haciendo recortes que
podrían prevenirse mediante medidas impositivas que afectarían
sobre todo a aquellos grupos que se han beneficiado de los recortes
fiscales en los últimos quince años. Se podrían lograr más de 16.000
millones aplicando las siguientes medidas: 1) 6.900 millones a través
de un impuesto especial en sanidad, tal como ha hecho la provincia
de Ontario en Canadá. 2) 2.948 millones gravando una tasa de
actividades financieras, aumentando los impuestos de los
superbeneficios de los banqueros y de la banca, tal como aconsejó en
su día el Gabinete de estudios del Fondo Monetario Internacional. 3)
2.552 millones manteniendo el impuesto de sucesiones. 4) 1.841
millones aplicando el impuesto de solidaridad existente, por ejemplo,
en Francia. 5) 862 millones modificando el importe  de las multas
dependiendo de los ingresos del sancionado, tal como ha hecho
Finlandia. 6) 985 millones aplicando una ecotasa de 5 euros por cada
pasajero. 7) 643 millones creando nuevos tramos de  IRPF para las rentas superiores que se han beneficiado de la reducción de
impuestos en los últimos quince años.
Además de ello, deberían ingresarse los 88.000 millones que no se
recogen por el Estado como consecuencia de su laxitud en corregir el
fraude fiscal en España.
No es, pues, creíble, el argumento de que España no puede corregir
el déficit público a no ser que se recorte el gasto público social. Que
ello se haga no responde a criterios económicos o fiscales, sino única
y exclusivamente políticos. Así de claro.

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